jueves, 7 de agosto de 2014

Praga, capítulo cuarto.

Última entrega de mis aventuras por la capital de la República Checa. Para este capítulo final subo algunas fotos variadas, de diferentes rincones de la ciudad. A modo de epílogo encontrarán un homenaje al escritor más sombrío y conocido de Praga: Franz Kafka. 

Largaron... 



En el distrito Praga 2 (cerca del Hotel en el que me alojé).







Desde otros puentes. Nublado conserva su encanto.



Hombres fracturados.

Serpentario. 



El trencito hacia la montaña de Praga 5, como había una inmensa fila de japoneses para ingresar, decidí subir caminando. 




Bajando una vez más. 





Llegué al Muro de Lennon. 
Según reza la historia, el día en que John fue asesinado, espontáneamente los chechos se acercaron a este mural y comenzaron a pintarlo y a dejar cartas, en homenaje a la figura del gran John y al pedido de paz que simbolizó el Beatle desde su obra. 

Hoy son los turistas los que dejan cartas y escriben en la pared. 
(Me hizo acordar un poco a Bienvenidos a Springfield, cuna de los Beatles)


Sigue el recorrido.


No me fue fácil encontrar esta calle. Andaba yo buscando la siguiente escultura.

El Viselec (el colgado) del artista checo David Czerny.



Esta escultura es la representación de Sigmund Freud, literalmente colgado de un edificio. Le preguntaron al artista contemporáneo Czerny si la obra guardaba relación con el tema del suicidio y él dijo que no, que la figura de Freud colgada simboliza el papel que los intelectuales tienen en el siglo XXI. ¡Ja!

El zoom de mi cámara no llegó a tomar el rostro, pero les juro que estando allí, debajo de la obra se ve bien, tiene la cara de Freud. 


Otra obra provocativa de Czerny, que están por toda la ciudad. 


Llegamos al final: Kafka:


Hasta la década del 90´ los checos no sabían muy bien quien era Franz Kafka, pero al enterarse que la obra del pragueño se consideraba una de las más influyentes del siglo XX (en 1980 su novela La Metamorfosis fue incluida en la lista de los mejores diez libros de literatura del siglo), advirtieron lo siguiente: Kafka significa más turismo. Y así las cosas, la casa en la que habitó el escritor devino museo.






Como no podía ser de otra manera, el controvertido David Czerny se encargó de realizar una obra para la apertura del museo. Dos figuras humanas orinando sobre el mapa de la República Checa (Kafka era un crítico de la idiosincrasia de su pueblo). La escultura se mueve -en especial mueven la cola- y en algunas partes de su cuerpo pasan mensajes, que uno puede enviar por sms desde un celular y observarlo transitar sobre la piel de estos muñecos. 




Y en otra parte de la ciudad, cerca de las antiguas sinagogas de Praga 1, otro monumento al escritor, que me resultó muy a tono con su obra. 






Pues ahora si, me retiro de la ciudad, ¡adiós Praga!, me voy volando.