martes, 22 de julio de 2014

Los Jardines de Luxemburgo. París.

Les había contado que el hotel en el que me hospedo se encuentra muy cerca de los Jardines de Luxemburgo, pues bueno, ese lugar fue el primer espacio que decidí visitar en París, el mismo día en que llegué a la ciudad, aprovechando el buen clima de tarde. 




El Palacio de Luxemburgo.


Desde las terrazas laterales.




Tras el asesinato de Enrique IV, su esposa María de Médicis tuvo intención de regresar a su florencia natal. Sin embargo su condición de reina se lo impedía. Dicha situación la motivó a contratar al arquitecto Salomón de Brosse con la finalidad de que recreara una inmensa mansión de estilo italiano. Brosse se tomó tan enserio su trabajo que de inmediato solicitó se le dieran las indicaciones de dónde comenzar a edificar su obra. María, ni lenta ni perezosa, puso a disposición del arquitecto las veinticuatro hectáreas que su marido le había comprado al Duque de Luxemburgo.










El Palacio y los Jardines fueron inaugurados a inicios del siglo XVII. María de Médicis se obsesionó tanto con su amado jardín estilo florentino que llegó a plantar dos mil olmos, recrear cientos de huertos y ordenar se consiguieran todas las diferentes especies de flores conocidas del reino.





¡Mirá que flores, Pelu!






Como no le alcanzó a la desdichada María de Médicis con lo obtenido hasta aquí y para llenar su vacío de desarraigo, le encargó al famoso Rubens que realice veinticuatro pinturas que representaran los momentos más importantes de su vida -los de ella- para  así con estas obras adornar los interiores del Palacio (hoy día esas veinticuatro pinturas de Rubens son parte de la colección del Museo de Louvre).



Un día estaba preocupada porque no encontraba demasiada sombra en sus jardines y mandó a que le hagan una nueva fuente con muchos árboles: La Fuente de María de Médicis.




Pero no todo lo que brilla es oro. En 1630, después de disfrutar apenas cinco años de los jardines y el palacio, su propio hijo, el rey Luis XIII la mando... al exilio. En la actualidad se recuerda esa acción como fecha célebre llamada en Francia Le journée des dupe (el día de los inocentes).

Les dejo algunas fotos más (quien quiera invitarme a un asado a mi vuelta, le regalo una copia de las cincuenta fotos que saqué ese día, ¡ja!)









¡Au revoir!




De Barcelona-Sants a Gare de Lyon.

Hola a todos, retomo la actividad bloguera luego de un día de descanso. Al menos de descanso con "la Internet" (¿aún funciona esa cosa?), ya que no ha sido descanso en lo absoluto en cuanto a viajar se refiere. Saludando con el pañuelo blanco Barcelona se fue alejando apenas ingresé en los túneles del Renfe, el tren de alta velocidad que conecta esta ciudad con mi siguiente destino.





El tren partió puntual, como viene siendo hasta ahora, a las 9.20 de la mañana. Asientos enfrentados, me tocó compartir el viaje con tres españoles muy amables, aunque charlatanes hasta por los codos, así que opté por conversar un ratito y luego auriculares para disfrutar el paisaje con un poco de música. Promediando las dos horas de recorrido fui por un menú-desayuno al coche catorce, espacio donde funciona la cafetería. 

El coche bar.

Después del desayuno me puse a reflexionar: pero que rápido vamos, ¡canejo!



Entrando a una precaria estación de la campiña francesa.



A las 15.45hs atracamos en la estación Gare de Lyon, de París. 

Tomé algunas fotos de los trenes que son un derroche de tecnología.


Los veloces avechuchos.



Con el equipaje a cuestas, y tras muchas horas de viaje, no temí al empacho de rieles, motivo por el cual me sumergí en los laberintos del metro de París. Haciendo caso a las señales, y sintiéndome en el cuento El Perseguidor de Julio Cortázar, arribé al Villa Luxemburgo.


Esta será mi mesa de operaciones a través de la cual me pondré en contacto con ustedes. 
(El reflejo me pertenece)


Este hotel lleva dicho nombre por las cercanías con los jardines y el palacio de Luxemburgo. Ubicado en el bohemio barrio de Montparnasse, deja al alcance del buen viajero -y del buen Cronopio- todas las concurridas calles, museos y atracciones.

Lo que viene, lo que viene, entonces... la niña mimada de Europa, la ciudad luz: París