Les había contado que el hotel en el que me hospedo se encuentra muy cerca de los Jardines de Luxemburgo, pues bueno, ese lugar fue el primer espacio que decidí visitar en París, el mismo día en que llegué a la ciudad, aprovechando el buen clima de tarde.
El Palacio de Luxemburgo.
Desde las terrazas laterales.
Tras el asesinato de Enrique IV, su esposa María de Médicis tuvo intención de regresar a su florencia natal. Sin embargo su condición de reina se lo impedía. Dicha situación la motivó a contratar al arquitecto Salomón de Brosse con la finalidad de que recreara una inmensa mansión de estilo italiano. Brosse se tomó tan enserio su trabajo que de inmediato solicitó se le dieran las indicaciones de dónde comenzar a edificar su obra. María, ni lenta ni perezosa, puso a disposición del arquitecto las veinticuatro hectáreas que su marido le había comprado al Duque de Luxemburgo.
El Palacio y los Jardines fueron inaugurados a inicios del siglo XVII. María de Médicis se obsesionó tanto con su amado jardín estilo florentino que llegó a plantar dos mil olmos, recrear cientos de huertos y ordenar se consiguieran todas las diferentes especies de flores conocidas del reino.
¡Mirá que flores, Pelu!
Como no le alcanzó a la desdichada María de Médicis con lo obtenido hasta aquí y para llenar su vacío de desarraigo, le encargó al famoso Rubens que realice veinticuatro pinturas que representaran los momentos más importantes de su vida -los de ella- para así con estas obras adornar los interiores del Palacio (hoy día esas veinticuatro pinturas de Rubens son parte de la colección del Museo de Louvre).
Un día estaba preocupada porque no encontraba demasiada sombra en sus jardines y mandó a que le hagan una nueva fuente con muchos árboles: La Fuente de María de Médicis.
Pero no todo lo que brilla es oro. En 1630, después de disfrutar apenas cinco años de los jardines y el palacio, su propio hijo, el rey Luis XIII la mando... al exilio. En la actualidad se recuerda esa acción como fecha célebre llamada en Francia Le journée des dupe (el día de los inocentes).
Les dejo algunas fotos más (quien quiera invitarme a un asado a mi vuelta, le regalo una copia de las cincuenta fotos que saqué ese día, ¡ja!)
¡Au revoir!
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