Metro, estación de tren, partida a horario con nubes, niebla y tímidas gotas de lluvia.
Así me despidió París muy temprano por la mañana, y debo decir que me he llevado un poquito de ella, como ella se ha quedado con un poquito de mí, será hasta la próxima.
Y ahora...
Una nueva ciudad, en la que estaré de paso apenas. En la primera visita a sus calles me ha regalado un destello de su esplendor. Lindos sitios tiene para ofrecer Bruselas -aunque otros no tanto- pero es que le ha tocado en suerte en mi viaje hacer contrapunto con gigantes como París y Barcelona.
Vamos despacio, porque cada ciudad tiene lo suyo y el viajero no debe apresurarse a comprender todo de una sola vez.
Del Hotel L´Aviation:
A las calles del centro de Bruselas:
El día estaba gris, pero prometo más color en las que siguen.
Veo veo, ¿qué ves? Algo que viene tocando una suerte de campana, a gran velocidad, por el medio de la calle, sobre rieles y tiene una antena en el techo que engancha cables.
Correte chango que es un tranvía.
Están por todos lados y hay que tener cuidado al cruzar, ¡vienen como los bomberos!
La Notre Dame de Sablon...no será la de París, pero está bien.
Jardines muy antiguos frente a la iglesia.
Algunas del Palacio Real, también con sus jardines:
En la plaza de la Reina Isabel, e inmediaciones:
Al cruzar la calle... upalalá, ¡Dije que aparece el tranvía de la nada!
Y seguí camino hacia la Plaza Mayor de Bruselas, pero ese es otro capítulo
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