Así las cosas, y con mejor conexión a Internet que en días pasados, vuelvo a subir algunas imágenes.
Desde la estación ferroviaria Bruselas Midi arribé a Ámsterdam Centraal Staation.
Apenas dos días me condujeron por las calles de la ciudad naranja, que le rinde culto a... las bicicletas... a sus canales... a las casitas (todas iguales)... y si, a sustancias legalizadas, que atraen a toda esa adolescencia tardía y pudiente de Europa durante el verano.
Por mi parte, les traigo paisajes:
Sobre los canales, botes y lanchas le dan una tonalidad característica.
Por la dificultad que resulta cavar túneles para extender las líneas de Metro, el trasporte público número uno es -como en Bruselas- el Tranvía. Hay cerca de catorce líneas, y va siempre hasta la manija.
Firme como rodete de estatua.
La escultura de Anna Frank, a la vuelta de su casa, sobre una plazoleta.
Casa de Anna Frank.
Bandera característica de la plurimultidiversidad, colgada desde la torre de una iglesia.
Dentro de la iglesia, un órgano de 1860.
Y otro del 1700.
Estructuras reiterativas en bucle.
La ciudad más bicicletera del universo.
Reponiendo energías y tomando notas, me despido hasta la próxima ciudad.
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