jueves, 24 de julio de 2014

Jardin des Tuileries. París.

Entre la Plaza de la Concordia y el Museo de Louvre se extiende el infinito Jardín des Tuileries. Me he pasado una tarde allí, caminando sin parar aunque también sentándome en los bancos cerca de estatuas, bajo los árboles majestuosos, disfrutando del paisaje y contemplando la rueda de la fortuna parisina. Es un lugar de retiro tan inmenso que los ruidos del tránsito agitado en un día de semana no se llegan a escuchar. Uno disfruta del murmullo del agua de las fuentes y de los cantos de diversas especies de pájaros. Secretos esculturales en cada esquina, verde y aire puro.


Todo comienza pasando por el Arco del Triunfo del Carrusel de Louvre.



Y arranca el verde que te quiero verde.







Bonjour madame...










Ésta se desmayó. 







El Cuervo Flores.



Y la cosa funciona así muchachos: Al César lo que es del César.









Ese pajarito negro me está siguiendo.


Los senderos de Tuileries.



Ha sido un hermoso paseo, y llegando a la Plaza de la Concordia, con el Obelisco Luxor diciendo presente, el sol asomó... 



...hasta luego.

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