jueves, 24 de julio de 2014

Museo de Louvre. París.

Para muchos una visita a París es sinónimo de una visita al Museo de Louvre. Mi caso no fue la excepción, y agrego que se trata de un sitio magnífico, con la colección más basta de obras de arte clásicas que graban a fuego en la memoria de cada uno los hitos y los mitos de la historia de la humanidad.

Sabiendo que los días martes el museo se encuentra cerrado, aproveché para acercarme, y en la ausencia de muchedumbres insoportables, tomar unas fotos de los exteriores.

Ingresando por el Puente de las Artes -aquel de los candados, ¿se acuerdan?- se ingresa a la Plaza del Museo. 





La Plaza del Louvre y su fuente.




Sorteando las galerías se llega al Museo propiamente dicho...






Las controvertidas pirámides de vidrio creadas por I. M. Pei. 
Este anexo modernista fue muy criticado por personas cercanas a las artes. Lo cierto es que poco tienen que ver con el entorno, sin embargo le dan un toque único e inconfundible, ahora todos hablan de Louvre como de aquel museo con pirámides vidriadas. Mal o bien, lo importante es que hablen, decía un paisano. 



Como les contaba, regresé dos días después con la intención de hacerme cargo monetario de la entrada y disfrutar de las galerías que inundan el museo. Un día de sol, único en París, me sorprendió bien temprano a la mañana.


Tras una fila de cuarenta y cinco minutos...


Atroden de la pirámide y por ende del museo.



De la fila a las escaleras, de las escaleras al punto de venta de tickets y con el mapa del lugar en la mano, fui corriendo al primer piso de la colección, ¿para qué? Antes de que se llene de gente, para poder estar cerca y contemplar la obra de Leonardo.



Y esto es lo más cerca de La Gioconda que pude estar. La toma no es muy buena, pero sepan que alrededor pasaba esto...

Turistas = 80 % japoneses, 20% resto del mundo.


Galerías de arte.




El increíble Giuseppe Arcimboldo.

El impactante Giuseppe de Ribera.


Pintura al techo.

Otras obras que asombran:




El Napoleón I de Paul Delaroche. 
(Famoso por la mano dentro del sobretodo).


Rescates de la colección egipcia:

Este gatito del 310 a.C.




Y la poderosa esfinge de Ramses II, en el subsuelo del museo.



Y de la colección griega, la niña mimada:


 La Venus de Milo.















Eso es todo amigos y amigas, será hasta la próxima edición.


Esta selfie en el Museo de Louvre no da cuenta de un trastorno, pues la puedo justificar: resulta que me la tomé para el casting del Código Da Vinci II, estaban pidiendo CV con foto, aunque enseguida me dijeron que no quedé en el elenco, una decepción.




No hay comentarios:

Publicar un comentario